No estaba nada convencido. Nadie se presenta a una fiesta de cumpleaños luciendo tres calvas.
Fuimos caminando a casa de Martín con nuestros regalos y... mis tres calvas.
Llamamos a la puerta y nos abrió la madre de Martín; parecía muy enfadada.
—Ya están todos aquí y Martín se niega a salir de su habitación.
Subí las escaleras y entré en la habitación de mi amigo. Martín estaba mirándose en el espejo y llorando a lágrima viva.
— ¿No piensas asistir a tu fiesta? —pregunté.
Fuimos caminando a casa de Martín con nuestros regalos y... mis tres calvas.
Llamamos a la puerta y nos abrió la madre de Martín; parecía muy enfadada.
—Ya están todos aquí y Martín se niega a salir de su habitación.
Subí las escaleras y entré en la habitación de mi amigo. Martín estaba mirándose en el espejo y llorando a lágrima viva.
— ¿No piensas asistir a tu fiesta? —pregunté.