El peludo soltó un alarido feroz.
- ¡Has vuelto a engañarme, miserable enano! Te voy a...
-Calma, calma -gritó Tomás-. Un acuerdo es un acuerdo.
-Muy bien, granjero, de nuevo has ganado. Pero el año próximo nos repartiremos la parte de arriba de las mieses. Porque plantarás trigo. Y cuando llegue el momento de la recolección, nos pondremos los dos a segarlo. Tú empezarás por la parte norte del terreno y yo comenzaré por la parte sur. Cada uno nos quedaremos con todo el trigo que seamos capaces de segar.
- ¡Has vuelto a engañarme, miserable enano! Te voy a...
-Calma, calma -gritó Tomás-. Un acuerdo es un acuerdo.
-Muy bien, granjero, de nuevo has ganado. Pero el año próximo nos repartiremos la parte de arriba de las mieses. Porque plantarás trigo. Y cuando llegue el momento de la recolección, nos pondremos los dos a segarlo. Tú empezarás por la parte norte del terreno y yo comenzaré por la parte sur. Cada uno nos quedaremos con todo el trigo que seamos capaces de segar.