Lily no le prestaba mucha atención. Pensaba en que tenía hambre y sed, y que estaba perdida.
-Sin embargo -continuó el canguro-eres sólo una humana y muy pequeña. No tienes la culpa. Debes de tener mucha sed; a mí siempre me da mucha sed al atardecer. Sube a mi bolsa; iremos al estanque a beber. Luego intentaré encontrar tu casa.
Así pues, Lily se puso en pie y trepó a la peluda bolsa del canguro. Mientras iban saltando, Lily se mecía en la bolsa y estaba tan cómoda que comenzó a canturrear.
-Sin embargo -continuó el canguro-eres sólo una humana y muy pequeña. No tienes la culpa. Debes de tener mucha sed; a mí siempre me da mucha sed al atardecer. Sube a mi bolsa; iremos al estanque a beber. Luego intentaré encontrar tu casa.
Así pues, Lily se puso en pie y trepó a la peluda bolsa del canguro. Mientras iban saltando, Lily se mecía en la bolsa y estaba tan cómoda que comenzó a canturrear.