— ¡Ah! Es una canción muy bonita -dijo el canguro-. Pero ahora, por favor, deja de cantar. Estamos llegando al estanque.
Lily miró por encima de la bolsa y se asustó muchísimo. Bajaban a saltos por una ladera muy empinada. A uno y otro lado había grandes rocas y no se veía ningún sitio seguro para posar las patas. Lily cerró los ojos. ¡Seguro que el canguro perdería el equilibrio y caerían al precipicio!
Pero el canguro logró llegar hasta el fondo y se detuvo en un gran promontorio justo encima del estanque.
La superficie de la piedra brillaba como un espejo, reflejando el atardecer. Los canguros habían pulido la piedra con sus patas y colas suaves durante miles de años, al ir a beber al estanque.
Lily miró por encima de la bolsa y se asustó muchísimo. Bajaban a saltos por una ladera muy empinada. A uno y otro lado había grandes rocas y no se veía ningún sitio seguro para posar las patas. Lily cerró los ojos. ¡Seguro que el canguro perdería el equilibrio y caerían al precipicio!
Pero el canguro logró llegar hasta el fondo y se detuvo en un gran promontorio justo encima del estanque.
La superficie de la piedra brillaba como un espejo, reflejando el atardecer. Los canguros habían pulido la piedra con sus patas y colas suaves durante miles de años, al ir a beber al estanque.