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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: - ¡Cargad el cañón grande!...

- ¡Cargad el cañón grande!

Poco después hicieron fuego.

- ¡Bruum!

El dragón oyó el estampido del disparo; vio una nube de humo y una bala de cañón que iba hacia él. La bala redonda brillaba con las primeras luces de la mañana y el dragón pensó que le devolvían su perla. Por eso, abrió la boca y se tragó la bala.

Entonces, el dragón se hundió en el mar y nunca más volvió a aparecer. Desde aquel día, la perla del dragón fue la joya más preciada del tesoro imperial de la China.