Cuando su familia regresó a casa, había hilado hasta diez madejas de lana, ¡pero el guisado se había quemado!
— ¡Mira que eres olvidadiza!
—la reprendieron.
Un hermoso día de verano, un príncipe a caballo cruzó el bosque.
Al ver la casita, se apeó y llamó a la puerta.
Cuando Tania abrió, el príncipe pensó que era la chica más bonita que había contemplado nunca, hasta que vió a Celia y a Dorotea.
—Diantre, las tres sois bellas.
El príncipe decidió que una de ellas sería su esposa. Pero ¿cómo iba a elegirla?
— ¡Mira que eres olvidadiza!
—la reprendieron.
Un hermoso día de verano, un príncipe a caballo cruzó el bosque.
Al ver la casita, se apeó y llamó a la puerta.
Cuando Tania abrió, el príncipe pensó que era la chica más bonita que había contemplado nunca, hasta que vió a Celia y a Dorotea.
—Diantre, las tres sois bellas.
El príncipe decidió que una de ellas sería su esposa. Pero ¿cómo iba a elegirla?