No —contestaron ambas.
El príncipe le tendió la mano a Tania y dijo:
—Entonces tú serás mi es...
Más antes de darle tiempo a decir “esposa”, entró brincando una ranita que exclamó:
— ¡No sigas! ¡Me lo ha contado a mí! Acudió al pozo a susurrar tu secreto, y como yo me hallaba en el fondo, ¡pude oírlo!
Y, ni corta ni perezosa, la rana reveló el secreto del príncipe:
El príncipe le tendió la mano a Tania y dijo:
—Entonces tú serás mi es...
Más antes de darle tiempo a decir “esposa”, entró brincando una ranita que exclamó:
— ¡No sigas! ¡Me lo ha contado a mí! Acudió al pozo a susurrar tu secreto, y como yo me hallaba en el fondo, ¡pude oírlo!
Y, ni corta ni perezosa, la rana reveló el secreto del príncipe: