
El árbol del matorral
El árbol no paraba de quejarse, y el matorral estaba empezando a cansarse de él. En comparación con otros árboles, éste era más bien pequeño, pues no era sino un manzano silvestre, no mucho mayor que el matorral. Sus ramas eran oscuras y retorcidas, y sus frutos no pasaban de ser manzanitas amargas que nadie quería.
Era primavera, y el árbol seguía quejándose sin parar. Decía:
El árbol no paraba de quejarse, y el matorral estaba empezando a cansarse de él. En comparación con otros árboles, éste era más bien pequeño, pues no era sino un manzano silvestre, no mucho mayor que el matorral. Sus ramas eran oscuras y retorcidas, y sus frutos no pasaban de ser manzanitas amargas que nadie quería.
Era primavera, y el árbol seguía quejándose sin parar. Decía: