El árbol, sorprendido, no sabía qué contestar. Había tantas cosas…, total que empezó a recitar una lista detallada de las mismas.
—No, no, no me digas tantas cosas, dime lo peor.
El árbol guardó silencio durante varios días. Al fin, murmuró tristemente:
—Lo peor es que no gusto a nadie.
—No, no, no me digas tantas cosas, dime lo peor.
El árbol guardó silencio durante varios días. Al fin, murmuró tristemente:
—Lo peor es que no gusto a nadie.