– “Son para verte mejor, querida.”
– “Pero abuelita, qué brazos tan grandes que tienes.”
– “Para abrazarte mejor.” – “Y qué boca tan grande que tienes.”
– “Para comerte mejor.” Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y se tragó también a Caperucita Roja.
– “Pero abuelita, qué brazos tan grandes que tienes.”
– “Para abrazarte mejor.” – “Y qué boca tan grande que tienes.”
– “Para comerte mejor.” Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y se tragó también a Caperucita Roja.