Simón pareció espantado. Sintió como un desmayo y no pudo tragar las croquetas.
- ¿No tienes miedo, abuelita?
- ¿Miedo de un viejo y raquítico canal? ¡Claro que no! -dijo la abuelita.
“A fin de cuentas, el monstruo no es tan terrorífico”, pensó Simón. “Quizá se está haciendo viejo y pierde fuerzas.” Simón empezó a sentir pena por él.
Después de comer, la abuelita y su nieto se dirigieron al molino, andando por varios caminos.
- ¿No tienes miedo, abuelita?
- ¿Miedo de un viejo y raquítico canal? ¡Claro que no! -dijo la abuelita.
“A fin de cuentas, el monstruo no es tan terrorífico”, pensó Simón. “Quizá se está haciendo viejo y pierde fuerzas.” Simón empezó a sentir pena por él.
Después de comer, la abuelita y su nieto se dirigieron al molino, andando por varios caminos.