Los ojos de la india se abrieron y se fijaron en Inocencio con gratitud
—Eres muy bueno, hermanito —suspiró—, ¡tú has sido el único hombre que, al pasar por el camino, se ha apiadado de la pobre Quitral y la ha recogido! ¡Por tu bondad, mereces ser feliz y tener riquezas que puedas repartir entre los necesitados! ¡Yo te las daré!
—Eres muy bueno, hermanito —suspiró—, ¡tú has sido el único hombre que, al pasar por el camino, se ha apiadado de la pobre Quitral y la ha recogido! ¡Por tu bondad, mereces ser feliz y tener riquezas que puedas repartir entre los necesitados! ¡Yo te las daré!