Y diciendo estas últimas palabras, la vieja india cerró los ojos para siempre.
Mucho lloró Inocencio la muerte de la anciana, y cumpliendo sus deseos la enterró junto a su cabaña, después de sacarle el anillo de la piedra verde y la llavecita que guardaba sobre su pecho.
Al día siguiente empezó su camino, en busca del Cóndor de Fuego.
Mucho lloró Inocencio la muerte de la anciana, y cumpliendo sus deseos la enterró junto a su cabaña, después de sacarle el anillo de la piedra verde y la llavecita que guardaba sobre su pecho.
Al día siguiente empezó su camino, en busca del Cóndor de Fuego.