ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Por más que pensó y se devanó los sesos la molinerita...

Por más que pensó y se devanó los sesos la molinerita para buscar el nombre del enano, nunca acertaba la respuesta correcta. Al tercer día, envió a sus exploradores a buscar nombres diferentes por todos los confines del mundo. De vuelta, uno de ellos contó la anécdota de un duende al que había visto saltar a la puerta de una pequeña cabaña cantando: – “Yo sólo tejo, a nadie amo y Rumpelstilzchen me llamo”