El
gigante egoísta
Todas las tardes, al salir de la
escuela, los niños jugaban en el
jardín de un gran
castillo deshabitado. Se revolcaban por la hierba, se escondían tras los arbustos repletos de
flores y trepaban a los
árboles que cobijaban a muchos pájaros cantores. Allí eran muy
felices.