No lo entiendo -dijo para sí el hombre de nieve-, pero tengo el presentimiento de que insinúa algo desagradable. Algo me dice que aquel que me miraba tan fijamente y se marchó, al que él llama Sol, no es un amigo de quien pueda fiarme».
- ¡Fuera, fuera! -volvió a ladrar el mastín, y, dando tres vueltas como un trompo, se metió a dormir en la perrera.
- ¡Fuera, fuera! -volvió a ladrar el mastín, y, dando tres vueltas como un trompo, se metió a dormir en la perrera.