La muchacha sonrió, y, dirigiendo un gesto con la cabeza al muñeco, se puso a
bailar con su compañero en la
nieve, que crujía bajo sus pies como si pisaran almidón.
- ¿Quiénes eran esos dos? -preguntó el hombre de nieve al perr -. Tú que eres mas viejo que yo en la
casa, ¿los conoces?