Claro -respondió el mastín-. La de veces que ella me ha acariciado y me ha dado huesos. No le muerdo nunca.
-Pero, ¿qué hacen aquí? -preguntó el muñeco.
-Son novios -gruñó el can-. Se instalarán en una perrera a roer huesos. ¡Fuera, fuera!
-Pero, ¿qué hacen aquí? -preguntó el muñeco.
-Son novios -gruñó el can-. Se instalarán en una perrera a roer huesos. ¡Fuera, fuera!