Pero su madre se paró frente a ella con las patas relajadas y las alas extendidas. Suspendida en el aire, llevaba el pez en el pico y estaba tan cerca que la joven gaviota casi podía tocarla. ¿Por qué no se acercaba? ¿Por qué no le daba el pez? Casi sin poder se inclinó más hacia adelante.