Qué te ocurre, princesita?
¡Lloras como para ablandar las piedras!”
La niña miró en torno suyo, buscando la procedencia de aquella voz, y descubrió una rana que asomaba su gruesa y fea cabezota por la superficie del agua.
“ ¡Ah!, ¿eres tú, viejo chapoteador?” dijo,
“pues lloro por mi pelota de oro, que se me cayó en la fuente.”
¡Lloras como para ablandar las piedras!”
La niña miró en torno suyo, buscando la procedencia de aquella voz, y descubrió una rana que asomaba su gruesa y fea cabezota por la superficie del agua.
“ ¡Ah!, ¿eres tú, viejo chapoteador?” dijo,
“pues lloro por mi pelota de oro, que se me cayó en la fuente.”