Es la inteligencia -dijo con ironía el campesino-. Ven, búfalo, vámonos.
Pero el búfalo no podía irse. Se tronchaba, se moría de risa. Figúrate al señor tigre, el terror de la selva, dejándose atar a un árbol para luego ser quemado con una antorcha.
Pero el búfalo no podía irse. Se tronchaba, se moría de risa. Figúrate al señor tigre, el terror de la selva, dejándose atar a un árbol para luego ser quemado con una antorcha.