Narana tardó muchísimo en escalar hasta la cara de Kinak. Con la barba tan cerrada pensó que era mejor dar un rodeo por el cuello y trepar hasta la oreja.
-Será mejor que sigas derecha hasta la punta de mi nariz, no quisiera tragarte por error.
Narana pidió al gigante que hablara bajito, porque le asustaba mucho su voz. Y cada vez que él hablaba, se caía.
-Será mejor que sigas derecha hasta la punta de mi nariz, no quisiera tragarte por error.
Narana pidió al gigante que hablara bajito, porque le asustaba mucho su voz. Y cada vez que él hablaba, se caía.