Al salir, abrió la puertecita de la jaula de Gobolino y le dejó abandonado en la
calle tras increparle.
- ¡Criatura miserable! ¡Aléjate! No quiero volver a verte nunca más.
Colocó a los demás gatos en su
carreta, fustigó al flaco caballito y se alejó a galope entre una nube de polvo.