Salima estaba tan contenta que casi ni se despidió de su hermano. Quería comenzar sus lecciones sobre cómo convertir a las personas en sapos y ranas.
La bruja se negó a aceptar a Gobolino.
- ¡Un gato embrujado con una pata blanca! ¡Nadie lo querrá!
Visitaron cincuenta cuevas, pero ninguna de las brujas quiso quedarse con él, porque tenía una pata blanca y ojos azules. Regresaron a casa, y la bruja le dejó otra vez con los sapos.
Por la mañana se despertó y descubrió que estaba solo. La bruja y su madre se habían ido.
La bruja se negó a aceptar a Gobolino.
- ¡Un gato embrujado con una pata blanca! ¡Nadie lo querrá!
Visitaron cincuenta cuevas, pero ninguna de las brujas quiso quedarse con él, porque tenía una pata blanca y ojos azules. Regresaron a casa, y la bruja le dejó otra vez con los sapos.
Por la mañana se despertó y descubrió que estaba solo. La bruja y su madre se habían ido.