En medio de todas estas bromas, llegó el granjero. Mientras cenaba vio los trucos de Gobolino, pero no dijo nada. Envió a los niños a la cama, y el gatito se enroscó en una caja, debajo de la mesa de la cocina.
El fuego se apagó. Gobolino dormía tranquilo, soñando y ronroneando. De repente, unos golpecillos interrumpieron el silencio.
¡Toe! ¡Toe! ¡Toe! ¡Había un duende en la ventana! Gobolino se incorporó susurrando: - ¿Quién es?
El fuego se apagó. Gobolino dormía tranquilo, soñando y ronroneando. De repente, unos golpecillos interrumpieron el silencio.
¡Toe! ¡Toe! ¡Toe! ¡Había un duende en la ventana! Gobolino se incorporó susurrando: - ¿Quién es?