- ¡Bien! Yo me voy. ¡Buenas noches, gatito embrujado! -dijo el duende, saliendo por la ventana.
Gobolino volvió a su caja a dormir. A la mañana siguiente la mujer del granjero descubrió las lanas hechas un lío y también que alguien había robado toda la nata de la despensa. En el suelo había un letrero con estas palabras: ¡GOBOLINO ES UN GATO EMBRUJADO!
Gobolino volvió a su caja a dormir. A la mañana siguiente la mujer del granjero descubrió las lanas hechas un lío y también que alguien había robado toda la nata de la despensa. En el suelo había un letrero con estas palabras: ¡GOBOLINO ES UN GATO EMBRUJADO!