Sentado a los pies de la linda Alicia, Gobolino pensó que nunca en su vida se había sentido tan contento.
A la mañana siguiente, Alicia llamó a su doncella.
- ¡Ya veo al barón que se acerca!
Hazlo entrar, Rosabel, pero no le digas qué regalo me trajo ayer el caballero.
A la mañana siguiente, Alicia llamó a su doncella.
- ¡Ya veo al barón que se acerca!
Hazlo entrar, Rosabel, pero no le digas qué regalo me trajo ayer el caballero.