- ¿No será un par de palomas lo que os trajo el caballero? -preguntó a la preciosa dama.
- ¡Oh, cielos, no! ¡Y si no lo adivináis en dos días me casaré con él y no con vos!
Cuando se hizo de noche, Alicia se puso a tocar el arpa. La música sonaba cada vez más triste, hasta que se fundió con el llanto de la encantadora arpista.
- ¡Oh, cielos, no! ¡Y si no lo adivináis en dos días me casaré con él y no con vos!
Cuando se hizo de noche, Alicia se puso a tocar el arpa. La música sonaba cada vez más triste, hasta que se fundió con el llanto de la encantadora arpista.