- ¡Sácale de ahí! -gritó-. ¡Sácale de aquí! ¡Es un gato embrujado! El hizo que se derrumbara la
torre y despertó al
dragón. ¡Echale, abuelo!
Pero el leñador alzó a Gobolino en brazos y le habló con ternura.
- ¿Es verdad eso? ¿Eres un gato embrujado?