Pocos días después llegó la vieja.
-Venga, pase junto al fuego y bébase una taza de té mientras me enseña sus telas -le dijo Rosabel.
La anciana lanzó una risotada y ató su burro cerca de la casita. Al escuchar esa risa, Gobolino levantó las orejas, se la quedó mirando fijamente y pensó: “Sólo las brujas se ríen así y tienen esas narices tan largas y tan ganchudas.”
-Venga, pase junto al fuego y bébase una taza de té mientras me enseña sus telas -le dijo Rosabel.
La anciana lanzó una risotada y ató su burro cerca de la casita. Al escuchar esa risa, Gobolino levantó las orejas, se la quedó mirando fijamente y pensó: “Sólo las brujas se ríen así y tienen esas narices tan largas y tan ganchudas.”