Los soldados ataron a Guillermo y lo condujeron hasta el transbordador, rumbo a la siniestra fortaleza.
- ¡Vete a casa, hijo! —gritó Tell—. ¡Vete a casa y espérame!
Cuando la embarcación alcanzo la parte más profunda del lago, se levantó un fuerte viento. El lago era una masa de olas gigantescas. La embarcación cabeceaba y se balanceaba. Los soldados estaban aterrados.
- ¡Vete a casa, hijo! —gritó Tell—. ¡Vete a casa y espérame!
Cuando la embarcación alcanzo la parte más profunda del lago, se levantó un fuerte viento. El lago era una masa de olas gigantescas. La embarcación cabeceaba y se balanceaba. Los soldados estaban aterrados.