En la pared había un agujero redondo, y a través del mismo Heidi podía divisar el valle. Veía el río, los árboles y, si levantaba la vista, una montaña coronada de nieve que se alzaba majestuosa. —Creo que dormiré aquí arriba, abuelo —dijo— ¡Esto es estupendo! —Muy bien, pero vas a necesitar una sábana. Veré qué encuentro.
Cuando el anciano subió la escalera, vio que Heidi había formado un pequeño colchón con el heno.
Cuando el anciano subió la escalera, vio que Heidi había formado un pequeño colchón con el heno.