De pronto, el sonido de unas alas que se agitaban despertó a Heidi.
— ¡Pedro, Pedro! ¡Despierta! —Pedro corrió junto a Heidi y ambos observaron a un águila inmensa que volaba sobre sus cabezas. El animal fue remontándose hasta alcanzar el pico más elevado, donde ni siquiera en verano se derretía la nieve.
Cuando la luz del sol empezó a declinar, las montañas comenzaron a adquirir una tonalidad cada vez más rojiza.
— ¡Pedro, Pedro! ¡Despierta! —Pedro corrió junto a Heidi y ambos observaron a un águila inmensa que volaba sobre sus cabezas. El animal fue remontándose hasta alcanzar el pico más elevado, donde ni siquiera en verano se derretía la nieve.
Cuando la luz del sol empezó a declinar, las montañas comenzaron a adquirir una tonalidad cada vez más rojiza.