Aquella
noche oyeron al
dragón abandonar el
lago y arrastrarse por el lodo. Scuaac, scuaac, scuaac hacían sus pasos. Ssccrrr, ssccrrr sonaba su escamosa cola al arrastrarse por el
camino. En la entrada de la ciudad, soltó un chorro de fuego por las narices y quemó las
puertas, derribándolas.