—Busca a la joven más pura y hermosa de la ciudad —dijo Baltasar-. Desea comérsela.
El rostro del monarca se ensombreció. Su propia hija, la princesa Sabra, era sin duda la joven más pura y hermosa del reino. Todo el mundo lo decía.
— ¡No le daré mi hija! —exclamó— ¡Eso es imposible!
El rostro del monarca se ensombreció. Su propia hija, la princesa Sabra, era sin duda la joven más pura y hermosa del reino. Todo el mundo lo decía.
— ¡No le daré mi hija! —exclamó— ¡Eso es imposible!