En aquel momento, un caballero vestido con una armadura detuvo su caballo junto al lago para darle de beber. Se llamaba Jorge, y era el hombre más valiente del reino. Al mirar en dirección a la ciudad vio al dragón junto a la princesa, proyectando con sus alas una inmensa sombra sobre la joven. Tenía el cuello arqueado y la boca abierta de par en par. El calor de su fétido aliento había chamuscado el dobladillo del vestido blanco de la princesa y las puntas de su dorada cabellera.