Un paisaje muy parecido a este es el que pudimos ver uno de los días que estuvimos en el pueblo este mes de agosto y subimos con Leyre y Aitor hasta el Cerro de la Virgen de la Cuesta. Aitor no se cansaba de hacer preguntas sobre la Ermita y Leyre tampoco perdió mucho las fuerzas tirando de la cuerda para hacer sonar su campana; le quedaron las suficientes como para pedirnos una y otra vez que la llevásemos "a paque" "a tobogán".
¡Anda qué no se lo han pasado bien!
¡Anda qué no se lo han pasado bien!