Leyendo a un paisano nuestro, concretamente a Evelio Moreno Chumillas, profesor y filósofo, nacido en Piqueras del Castillo (Cuenca) el año 1950 he llegado a este fragmento donde hace mención a las voladoras, que en Alconchel, solían poner los feriantes una vez al año en esta misma plaza para la Fiesta de La Virgen de la Cuesta. En esta foto también se puede ver el edificio donde se ubica el Ayuntamiento y el balcón donde estaba la escuela de chicas (arriba) y la de los chicos (abajo) en los años que nació nuestro paisano. Allí tuvimos unas ligeras nociones de algunos sabios y filósofos griegos a los que siempre hemos admirado y gustamos leer de vez en cuando.
..... ¿Cuál sería la última tarde de domingo en que esta desvencijada atracción de feria sirvió de distracción y recreo a
unos niños que acababan de hacer la primera comunión en Sant Giuseppe dei Teatini? ¿Tal vez subieron ayer en ellas los novios transparentes de hoy? Las humildes
voladoras, con su noria sencilla de sillas de metal, suspendidas de las cadenas. Metáfora de la vida al viento, de los sueños al viento de la imaginación, de la alegría jovial de la infancia y del amor juvenil. Yo también soñaba de niño con ir algún día a la feria de Cuenca, si me portaba bien trillando, para subir en las voladoras. Como Adora, un par de años mayor que yo, que vivía en una casa paupérrima de la Peña del Gato, pero que había tenido la suerte de ir el año anterior a la feria de Valverde, por cuya razón yo la envidiaba; de modo que había que oírla, mientras las dos trillas daban vueltas y más vueltas a la parva de mies en la era; aquella niña morena hacía un verdadero alarde de imaginación infantil a la hora de explicarme cómo eran y cómo funcionaban las voladoras. Yo la escuchaba boquiabierto. Por eso cincuenta años después, cuando he visto un viejo y cromático carrusel de voladoras en un callejón de Palermo, he recordado tan lejana estampa infantil de las tardes de trilla...."
..... ¿Cuál sería la última tarde de domingo en que esta desvencijada atracción de feria sirvió de distracción y recreo a
unos niños que acababan de hacer la primera comunión en Sant Giuseppe dei Teatini? ¿Tal vez subieron ayer en ellas los novios transparentes de hoy? Las humildes
voladoras, con su noria sencilla de sillas de metal, suspendidas de las cadenas. Metáfora de la vida al viento, de los sueños al viento de la imaginación, de la alegría jovial de la infancia y del amor juvenil. Yo también soñaba de niño con ir algún día a la feria de Cuenca, si me portaba bien trillando, para subir en las voladoras. Como Adora, un par de años mayor que yo, que vivía en una casa paupérrima de la Peña del Gato, pero que había tenido la suerte de ir el año anterior a la feria de Valverde, por cuya razón yo la envidiaba; de modo que había que oírla, mientras las dos trillas daban vueltas y más vueltas a la parva de mies en la era; aquella niña morena hacía un verdadero alarde de imaginación infantil a la hora de explicarme cómo eran y cómo funcionaban las voladoras. Yo la escuchaba boquiabierto. Por eso cincuenta años después, cuando he visto un viejo y cromático carrusel de voladoras en un callejón de Palermo, he recordado tan lejana estampa infantil de las tardes de trilla...."