Desesperada la princesa trató de huir de palacio, pero el príncipe se dió cuenta y no lo consintió, pues todos los nobles de su reino y de los reinos vecinos, hablaban de la extraordinaria belleza de su esposa, y con eso aumentaba su fama de hombre excepcional, cosa que le producía un enorme placer y un gran orgullo. Tantas veces intentó la princesa escapar, que este acabó por encerrarla y puso varios guardias que la vigilaban constantemente.