Como no, los tres humildes hermanos se lanzaron a intentar cumplir los designios del Rey, allí donde tantos hombres del reino habían fracasado. El padre de ellos estaba encantando, pues aunque sabía que la tarea sería harto complicada, al menos conocerían mundo y podrían acabar en manos de un buen maestro. No se habían alejado mucho de su hogar, cuando oyeron ruidos de hachazo y talla, colina arriba cerca de un abeto. Juan “Botas”, el menor y más inquieto de todos, prestó atención.