“ ¡Sí, por favor!” hicieron eco todos sus pequeños hermanos y hermanas. Ahora para decir la verdad, el Gran Oso Pardo no deseaba mucho hacerse cargo de todos los pequeños bebés de la Pequeña Coneja Blanca porque eran muchos y todos parecían tener mucha hambre. Pero cuando pusieron sus pañuelos sobre sus ojos y parecieron tan tristes, él no los pudo dejar marchar porque era un oso con tan buen corazón.