Rosa Blanca y Rosa Roja arreglaron la casa, y la dejaron limpia y ordenada. En verano Rosa Roja cuidaba la casa, y cada mañana antes de que su madre se despertara ella colocaba un ramo de flores cerca de su cama, las rosas las cogía del árbol de rosas rojas de su jardín. En invierno Rosa Blanca, encendía el fuego y preparaba el te en la tetera de bronce, y también la frotaba y limpiaba hasta que brillaba como el oro. Por la noche, cuando empezó a nevar, su madre, dijo, “Rosa Blanca cierra las ventanas,” y se sentaron en torno al fuego, su madre se puso las gafas y empezó a leer un gran libro de cuentos de hadas, que eran los que más les gustaban a las dos chicas, que se dormían escuchando atentamente. Junto a ellas en el suelo yacía un corderillo, y detrás de ellos se posaba un pequeña paloma blanca con la cabeza metida bajo sus alas.