En una odisea sin parangón, Florine se viste con atuendos de campesina y emprende un viaje para encontrar al que sería su Rey. Así andaba cuando se tropezó con una anciana, que resultó ser otra hada madrina. Esta informa a Florine de que el Príncipe ha vuelto a su forma humana y ha prometido casarse con Truitonne. Al tiempo, el hada también le concede cuatro huevos mágicos. El primero lo utilizaría para trepar una alta montaña de marfil. El segundo contiene un carro tirado por palomas, el cual transporta a la querida Florine hasta el castillo del Príncipe Encantador, ahora Rey. No obstante, Florine no puede personarse ante el hombre al que ama y Rey del castillo como una vulgar campesina.