Al día siguiente, Florine emplea su último recurso: romper el cuarto huevo mágico del hada madrina. En él, un hermoso y suculento pastel aparece junto a seis pajarillos cantarines. Florine ofrece una porción a un paje, quien le confiesa que el Rey toma pociones para poder conciliar el sueño. Sobornando al paje con los pájaros que cantan, éste accede a no administrar la poción al Rey. Estando éste despierto por una noche, pudo escuchar el quejido lastimero de Florine en la Cámara de los Ecos, y allí que acudió reconociendo la voz de su querida.