El lozano hijo del rey se resguardó en una casita del bosque, desde donde escuchó gritos por la noche. Ya por la mañana, intentó averiguar el origen de semejante ruido. Una joven le comentó que procedían de un hombre fallecido hace tiempo, a quien el posadero había matado por no pagar las deudas contraídas. El ventero, además, rechazó enterrar al hombre si alguien no pagaba el funeral. El joven príncipe, entonces, pagó su cuenta en la casa del bosque, pero solicitó a la chica que le ayudara a escapar en medio de la noche, ya que no se sentía seguro en aquel lugar. La joven, que también temía a su jefe, le contó que el posadero guardaba la llave del estable bajo su almohada, y prometió conseguirla a cambio de que le dejase partir con él. El pacto se cerró, ambos escaparon y el joven príncipe le consiguió un puesto a la chica en una buena posada antes de continuar su viaje.