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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Prosiguiendo su camino, el chico se encontró entonces...

Prosiguiendo su camino, el chico se encontró entonces con un zorro, que le dijo que podía ayudarlo en su cometido. Cuando ambos arribaron al castillo donde estaba el pájaro encerrado, el zorro le concedió al príncipe tres granos de oro que le servirían para adormecer a quien pudiese obstaculizarlo. Uno lo usó para la Sala de Guardia, otro para el que protegía la sala del pájaro Grip, y otro para el pájaro mismo. El joven se vio en situación de poder llevarse el pájaro pero, ante todo, no debía acariciarlo, según las instrucciones del propio zorro. No obstante, el carácter dulce y delicado del príncipe le jugó una mala pasada, y acabó acariciando al pajarillo dormido. Éste se sobresaltó y empezó a graznar fuertemente, despertando a todo el castillo y provocando la captura del príncipe. Ya como prisionero en los calabozos, el zorro apareció de nuevo e instó al chico a que dijese siempre “Sí” en el juicio que se iba a llevar a cabo. Así fue como el príncipe aseveró incluso que se trataba de un experto ladrón. El rey de aquel lugar le ofreció su perdón, pero a cambio debía traerle a la princesa más bella, la del reino vecino.