Al llegar los ladrones, el perro fue liberado, y el zapatero retornó a su hogar. La coincidencia sorprendió gratamente a los timadores, y compraron al perro por otras tantas piezas de oro, esto es, unas cuarenta. Como sucedió en las ocasiones anteriores, sometieron a prueba su compra, y de nuevo les salió el tiro por la culata, pues al liberar al perro, éste regresaba con el zapatero.