ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Los rufianes, ingenuos y crédulos como ellos solos,...

Los rufianes, ingenuos y crédulos como ellos solos, le preguntaron al zapatero si todavía quedaban animales de esos de los que hablaba, algo que nuestro protagonista afirmó rotundamente. Complaciente y servicial, el zapatero los acompañó al lugar desde donde ellos habían arrojado el cuerpo al mar, y les aconsejó, para asegurarse alcanzar el fondo, atarse cada uno una piedra al cuello.
Este sería el fin de los ladrones, malvados y condenados malhechores que yacerían por siempre en lo más profundo de los mares. El zapatero, por el contrario, retornó a su humilde casa, acompañado por los cerdos, y de ahí en adelante se convertiría en un hombre de admirar, dichoso y rico, para el resto de sus días.