Juan ya hacía un buen rato que estaba de vuelta y, al ver que Elisa no regresaba, se encaminó al trigal para ver lo que había segado. Cuando vio que ni siquiera había tomado la hoz, pues dormía plácidamente, se fue a casa para traer una red de cazar pájaros, que tenía colgados muchos cascabeles, y luego la enganchó alrededor del cuerpo de Elisa; pero ella siguió durmiendo. Regresó Juan a su casa, cerró la puerta y, sentándose en una silla, se puso a trabajar. Por fin, cuando ya era de noche, se despertó la lista Elisa, y al incorporarse sintió un cascabeleo a su alrededor, pues a cada movimiento que hacía sonaban las campanillas de la red. Se desconcertó hasta el punto de preguntarse as sí misma si ella era o no Elisa, la Lista, por lo que decidió volver a casa y preguntarlo. Echó a correr hasta su hogar y encontró la puerta cerrada. Llamó entonces a una ventana, gritando: