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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: La abeja que no quería trabajar...

La abeja que no quería trabajar

Érase una vez una soleada mañana de verano, en la que la brisa rizaba las nubecitas blancas en el cielo azul, y los prados estaban llenos de ranúnculos dorados. Era el día ideal para recoger miel. Eso era lo que pensaron las abejas, y todas se apresuraron a ponerse su chaqueta de terciopelo pardo, para salir a trabajar rápidamente. Todas menos el zángano Patoso. Al zángano Patoso no le gustaba trabajar. Pero cuando las otras abejas se iban, la colmena resultaba aburrida, y estaba oscura, así que salía al sol y volaba pausadamente de flor en flor. Pero era tan lento trabajando, y se paraba a descansar con tanta frecuencia que no recogía casi nada de miel. Ese día, durante uno de esos descansos, mientras se mecía perezosamente de un lado a otro dentro de la corola de una rosa silvestre, oyó una risa cerca. Patoso miró hacia arriba, y sobre ella, balanceándose despreocupadamente en el borde de un pétalo rosado, vio a una diminuta mariposa. Sus alas tenían unos colores muy bellos, y además era muy pequeña para ser una mariposa, no mucho mayor que la propia Patosa.